Imagine waking your children in the morning. Imagine feeding and dressing them. Imagine pulling a little girl’s hair into a ponytail, arguing with a little boy about which pair of shoes he wants to wear.
Now imagine, as you are doing that, you know later today you will strap their vulnerable bodies into enveloping life jackets and take them with you in a rubber dinghy – through waters that have claimed many who have done the same.
Think of the story you’d have to tell to reassure them. Think of trying to make it fun. Consider the emotional strength needed to smile at them and conceal your fear.
What would it feel like if that experience – your frantic flight from war – was then diminished by a media that crudely labelled you and your family “migrants”?
And imagine having little voice to counter a description so commonly used by governments and journalists.
The umbrella term migrant is no longer fit for purpose when it comes to describing the horror unfolding in the Mediterranean. It has evolved from its dictionary definitions into a tool that dehumanises and distances, a blunt pejorative.
It is not hundreds of people who drown when a boat goes down in the Mediterranean, nor even hundreds of refugees. It is hundreds of migrants. It is not a person – like you, filled with thoughts and history and hopes – who is on the tracks delaying a train. It is a migrant. A nuisance.
It already feels like we are putting a value on the word. Migrant deaths are not worth as much to the media as the deaths of others – which means that their lives are not. Drowning disasters drop further and further down news bulletins. We rarely talk about the dead as individuals anymore. They are numbers.
When we in the media do this, when we apply reductive terminology to people, we help to create an environment in which a British foreign minister can refer to “marauding migrants,” and in which hate speech and thinly veiled racism can fester.
We become the enablers of governments who have political reasons for not calling those drowning in the Mediterranean what the majority of them are: refugees.
We give weight to those who want only to see economic migrants.
The argument that most of those risking everything to land on Europe’s shores are doing it for money is not supported by the facts.
According to the UN, the overwhelming majority of these people are escaping war. The largest group are fleeing Syria, a country in which an estimated 220,000 to more than 300,000 people have been killed during its appalling and escalating war.
Many others come from Afghanistan, Iraq, Libya, Eritrea and Somalia – all places from which people are commonly given asylum.
There is no “migrant” crisis in the Mediterranean. There is a very large number of refugees fleeing unimaginable misery and danger and a smaller number of people trying to escape the sort of poverty that drives some to desperation.
So far this year, nearly 340,000 people in these circumstances have crossed Europe’s borders. A large number, for sure, but still only 0.045 percent of Europe’s total population of 740 million.
Contrast that with Turkey, which hosts 1.8 million refugees from Syria alone. Lebanon, in which there are more than one million Syrians. Even Iraq, struggling with a war of its own, is home to more than 200,000 people who have fled its neighbour.
There are no easy answers and taking in refugees is a difficult challenge for any country but, to find solutions, an honest conversation is necessary.
And much of that conversation is shaped by the media.
For reasons of accuracy, the director of news at Al Jazeera English, Salah Negm, has decided that we will no longer use the word migrant in this context. We will instead, where appropriate, say refugee.
At this network, we try hard through our journalism to be the voice of those people in our world who – for whatever reason – find themselves without one.
Migrant is a word that strips suffering people of voice. Substituting it for refugee is – in the smallest way – an attempt to give some back.
0 thoughts on “Why Al Jazeera will not say Mediterranean 'migrants'”
Al Jazeera is owned by Qatar, which is allied with US-Israel against Iran and Syria. That means Qatar supports the exterminationist head-choppers who are destroying Syria.
A very skilfully written piece.
Its major motivation seems to be to appear to be sympathetic to the hordes of refugees.
Twice it briefly acknowledges they are refugees from war. There is NO attempt to discuss those wars which strongly implies that Al Jazeera’s motivation in publishing this piece is fear of its viewers and listeners, too many of whom may have been complaining of Al Jazeera’s lack of sympathy.
If Al Jazeera’s sympathy for the refugees was genuine, it would have seriously explored the reasons for the wars, and there was zero such exploration.
That fact also shows another fear on Al Jazeera’s part: terror of what might might happen to Al Jazeera if it ever dared to seriously question the reason for these wars of terror.
This article is another example of how privately owned media betrays the majority of the public it pretends to serve.
The same logic – precisely – applies to governments, including elected governments. They all betray the majority of the people they pretend to serve.
EL ESTADO DE ISRAEL NO TIENE DERECHO LEGAL A EXISTIR, PORQUE FUE FUNDADO EN TERRITORIO PALESTINO SIN EL CONSENTIMIENTO DE SUS LEGITIMOS DUEÑOS, Y EXPROPIADO POR LA FUERZA DE LAS ARMAS SIN COMPENSACIÓN ALGUNA; VIOLENTADO EL DERECHO INTERNACIONAL, LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO A LA LIBRE AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS.
El plan de partición y expropiación presentado por el Consejo de Seguridad de la ONU, intentaba crear en Palestina un Estado judío, contrariando a la voluntad expresa de la mayoría de sus habitantes. A pesar de constituir sólo un tercio de la población en posesión de menos del 7 por ciento del territorio, arbitrariamente concedía a los judíos más de la mitad de Palestina para la creación de ese Estado judío.
La injusticia inherente al plan de partición y expropiación de territorio palestino incluyendo puertos, aeropuertos, ciudades, pueblos y aldeas, expulsando a sus habitantes y legítimos dueños; estaba en marcado contraste con el plan alternativo propuesto por el pueblo palestino, de un Estado autónomo dentro del Estado Palestino, en el que los derechos de la minoría judía serían reconocidos y respetados, y el reconocimiento de los representantes judíos dentro de un gobierno democrático.
El plan de partición y expropiación, era radicalmente opuesto los derechos de la mayoría de la población palestina, violentando su derecho a la autodeterminación de los pueblos, principio fundacional de la ONU. El informe del Consejo de Seguridad la ONU encargado de dotar a la minoría judía de un territorio para la fundación de un Estado judío (UNSCOP); reconocía explícitamente que esta propuesta era contraria al principio de la libre determinación de los pueblos. Y que se basaba en la suposición errónea de que la mayoría de los palestinos, aceptaban voluntariamente la expropiación de su territorio, ciudades, pueblos y aldeas, y la expulsión de sus habitantes para fundar el Estado Judío
La Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU, ni dividió Palestina, ni confirió a la dirección sionista ninguna autoridad legal para declarar unilateralmente la existencia del Estado de Israel. Simplemente “recomendó” que se aceptara y ejecutara por las partes interesadas el plan de partición UNSCOP. Naturalmente, para tener cualquier peso de la ley, el plan, al igual que cualquier contrato, tendría que haber sido aceptado formalmente por ambas partes. Imperativo jurídico que no se cumplió. Además de que la Asamblea Genera, carecía de autoridad jurídica o moral para expropiar de su territorio al pueblo palestino para otorgárselo gratuitamente al pueblo judío. Y carecía de la Autoridad Legal para constituir el Estado de Israel en nombre o representación del pueblo judío, y reconocer la Autoridad legal a los dirigentes sionistas para gobernar el Estado de Israel.
Cuando el Consejo de Seguridad tomó cartas en el asunto que le encomendó la Asamblea General, no se pudo llegar a ningún consenso sobre cómo proceder con la aplicación del plan de partición. Siendo evidente que el plan no podría ser implementado por medios pacíficos, la sugerencia de que se llevará a cabo por la fuerza, fue rechazada por los miembros del Consejo de Seguridad. El simple hecho de la cuestión, es que el plan nunca fue implementado. Numerosos delegados de los Estados miembros de la ONU, incluidos los EE.UU., llegaron a la conclusión de que el plan era impracticable; además, que el Consejo de Seguridad no tenía autoridad para implementar un plan de este tipo, excepto de común acuerdo por las partes interesadas, que en este caso la víctima estaba ausente.
Los EE.UU., Siria y otros países miembros fueron certeros en sus observaciones y consenso de que, si bien el Consejo de Seguridad tenía autoridad para declarar una amenaza para la paz y autorizar el uso de la fuerza para lidiar con eso y mantener o restablecer la paz y la seguridad; no tenía ninguna autoridad para aplicar por la fuerza un plan de partición de Palestina en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. Cualquier intento de usurpar esa autoridad; ya sea por la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, habría sido una presunción de violación del principio fundamental de la Carta de respeto por el derecho a la libre determinación de todos los pueblos, y por lo tanto sin efecto en virtud del derecho internacional.
En suma, la creencia popular de que fue la ONU la que “creó” el Estado Israel es un mito; y la propia afirmación de Israel en su documento fundacional, de que la Resolución 181 de la ONU constituyó la autoridad legal para la creación de Israel; o de otra manera, constituía el “reconocimiento” por la ONU del “derecho” de los Judíos sionistas para expropiar por sí mismos las tierras palestinas y negar a la población mayoritaria de esa tierra su propio derecho a la autodeterminación, es un fraude patente.
El desastre causado a Palestina no era inevitable. La ONU fue creada con el propósito de prevenir este tipo de catástrofes. Sin embargo, fracasó miserablemente en ello, en numerosos aspectos. Fracasó en su deber de remitir las cuestiones jurídicas de las reclamaciones a Palestina a la Corte Internacional de Justicia, a pesar de las peticiones de los Estados miembros para hacerlo. No utilizó todos los medios coercitivos inherentes a su autoridad, incluyendo el uso de las fuerzas armadas, para mantener la paz y evitar la guerra que se predijo que ocurriría a la terminación del mandato. Y lo más importante, lejos de defender sus principios fundacionales, la ONU actuó en contra del derecho del pueblo que desde hace dos mil años ha ocupado el territorio palestino, y en contra del derecho del pueblo palestino a un Estado independiente y democrático; para favorecer a los emigrantes judíos que no tenían ningún derecho a apropiarse del territorio palestino, y mucho menos a fundar el Estado de Israel, expulsado por la fuerza a los residentes originarios de quinientos pueblos y ciudades palestinas importantes, en violación directa de los principios de su propia Carta.
Las graves consecuencias de elevar a Estado de Israel el territorio palestino expropiado ilegalmente por el pueblo judío, sin una justa compensación o reparación de daños; obligando al Estado de Israel a proporcionar bienestar y seguridad jurídica, económica y social a los palestinos expulsados de sus ciudades, pueblos, aldeas, casas y campos de cultivo; negando el derecho de auto determinación del pueblo palestino de ser reconocido como Estado Palestino; son generadoras del cotidiano genocidio palestino, el apartheid, el lavado étnico, la expropiación de su territorio, la destrucción de sus residencias y la violación de sus derechos legales y humanos.
El reconocimiento de la grave injusticia cometida contra el pueblo palestino, y la implementación de los cursos de acción a seguir para detener la continuación de la ocupación, el bloqueo y los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra que cotidianamente comete el ejército israelí de ocupación y los colonos judíos radicales, contra pueblo palestino. Es esencial para avanzar hacia la paz y la reconciliación entre las naciones que apoyan el derecho palestino a ser reconocido como Estado y, las naciones sionistas que apoyan al Estado de Israel. http://i2.wp.com/www.middleeastrising.com/wp-content/uploads/2015/06/UN-6201.jpg?zoom=1.5&resize=620%2C280
Rodlfo Plata Lopez. You are absolutely right in every word you say. I have read a few books on the subject specially the book”THE ETHNIC CLEANSING OF PALESTINE” by Illan Pappe. and more. Its a shame That the whole world has kept silent in the face of these incredible Injustice.
Rodolfo Plata Lopez. Usted esta absolutamente en lo cierto.en cada palabra que dice. Yo he leido algunos libros al respecto especialmente el “lA ERRADICACION ETHNICA DE PALESTINA” del autor Illan Pappe. y algunos libros mas. Que desgracia que el mundo haya callado ante esta increible injusticia.
Congratulations for your work.
Al Jazeera is owned by Qatar, which is allied with US-Israel against Iran and Syria. That means Qatar supports the exterminationist head-choppers who are destroying Syria.
A very skilfully written piece.
Its major motivation seems to be to appear to be sympathetic to the hordes of refugees.
Twice it briefly acknowledges they are refugees from war. There is NO attempt to discuss those wars which strongly implies that Al Jazeera’s motivation in publishing this piece is fear of its viewers and listeners, too many of whom may have been complaining of Al Jazeera’s lack of sympathy.
If Al Jazeera’s sympathy for the refugees was genuine, it would have seriously explored the reasons for the wars, and there was zero such exploration.
That fact also shows another fear on Al Jazeera’s part: terror of what might might happen to Al Jazeera if it ever dared to seriously question the reason for these wars of terror.
This article is another example of how privately owned media betrays the majority of the public it pretends to serve.
The same logic – precisely – applies to governments, including elected governments. They all betray the majority of the people they pretend to serve.
EL ESTADO DE ISRAEL NO TIENE DERECHO LEGAL A EXISTIR, PORQUE FUE FUNDADO EN TERRITORIO PALESTINO SIN EL CONSENTIMIENTO DE SUS LEGITIMOS DUEÑOS, Y EXPROPIADO POR LA FUERZA DE LAS ARMAS SIN COMPENSACIÓN ALGUNA; VIOLENTADO EL DERECHO INTERNACIONAL, LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO A LA LIBRE AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS.
El plan de partición y expropiación presentado por el Consejo de Seguridad de la ONU, intentaba crear en Palestina un Estado judío, contrariando a la voluntad expresa de la mayoría de sus habitantes. A pesar de constituir sólo un tercio de la población en posesión de menos del 7 por ciento del territorio, arbitrariamente concedía a los judíos más de la mitad de Palestina para la creación de ese Estado judío.
La injusticia inherente al plan de partición y expropiación de territorio palestino incluyendo puertos, aeropuertos, ciudades, pueblos y aldeas, expulsando a sus habitantes y legítimos dueños; estaba en marcado contraste con el plan alternativo propuesto por el pueblo palestino, de un Estado autónomo dentro del Estado Palestino, en el que los derechos de la minoría judía serían reconocidos y respetados, y el reconocimiento de los representantes judíos dentro de un gobierno democrático.
El plan de partición y expropiación, era radicalmente opuesto los derechos de la mayoría de la población palestina, violentando su derecho a la autodeterminación de los pueblos, principio fundacional de la ONU. El informe del Consejo de Seguridad la ONU encargado de dotar a la minoría judía de un territorio para la fundación de un Estado judío (UNSCOP); reconocía explícitamente que esta propuesta era contraria al principio de la libre determinación de los pueblos. Y que se basaba en la suposición errónea de que la mayoría de los palestinos, aceptaban voluntariamente la expropiación de su territorio, ciudades, pueblos y aldeas, y la expulsión de sus habitantes para fundar el Estado Judío
La Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU, ni dividió Palestina, ni confirió a la dirección sionista ninguna autoridad legal para declarar unilateralmente la existencia del Estado de Israel. Simplemente “recomendó” que se aceptara y ejecutara por las partes interesadas el plan de partición UNSCOP. Naturalmente, para tener cualquier peso de la ley, el plan, al igual que cualquier contrato, tendría que haber sido aceptado formalmente por ambas partes. Imperativo jurídico que no se cumplió. Además de que la Asamblea Genera, carecía de autoridad jurídica o moral para expropiar de su territorio al pueblo palestino para otorgárselo gratuitamente al pueblo judío. Y carecía de la Autoridad Legal para constituir el Estado de Israel en nombre o representación del pueblo judío, y reconocer la Autoridad legal a los dirigentes sionistas para gobernar el Estado de Israel.
Cuando el Consejo de Seguridad tomó cartas en el asunto que le encomendó la Asamblea General, no se pudo llegar a ningún consenso sobre cómo proceder con la aplicación del plan de partición. Siendo evidente que el plan no podría ser implementado por medios pacíficos, la sugerencia de que se llevará a cabo por la fuerza, fue rechazada por los miembros del Consejo de Seguridad. El simple hecho de la cuestión, es que el plan nunca fue implementado. Numerosos delegados de los Estados miembros de la ONU, incluidos los EE.UU., llegaron a la conclusión de que el plan era impracticable; además, que el Consejo de Seguridad no tenía autoridad para implementar un plan de este tipo, excepto de común acuerdo por las partes interesadas, que en este caso la víctima estaba ausente.
Los EE.UU., Siria y otros países miembros fueron certeros en sus observaciones y consenso de que, si bien el Consejo de Seguridad tenía autoridad para declarar una amenaza para la paz y autorizar el uso de la fuerza para lidiar con eso y mantener o restablecer la paz y la seguridad; no tenía ninguna autoridad para aplicar por la fuerza un plan de partición de Palestina en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. Cualquier intento de usurpar esa autoridad; ya sea por la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, habría sido una presunción de violación del principio fundamental de la Carta de respeto por el derecho a la libre determinación de todos los pueblos, y por lo tanto sin efecto en virtud del derecho internacional.
En suma, la creencia popular de que fue la ONU la que “creó” el Estado Israel es un mito; y la propia afirmación de Israel en su documento fundacional, de que la Resolución 181 de la ONU constituyó la autoridad legal para la creación de Israel; o de otra manera, constituía el “reconocimiento” por la ONU del “derecho” de los Judíos sionistas para expropiar por sí mismos las tierras palestinas y negar a la población mayoritaria de esa tierra su propio derecho a la autodeterminación, es un fraude patente.
El desastre causado a Palestina no era inevitable. La ONU fue creada con el propósito de prevenir este tipo de catástrofes. Sin embargo, fracasó miserablemente en ello, en numerosos aspectos. Fracasó en su deber de remitir las cuestiones jurídicas de las reclamaciones a Palestina a la Corte Internacional de Justicia, a pesar de las peticiones de los Estados miembros para hacerlo. No utilizó todos los medios coercitivos inherentes a su autoridad, incluyendo el uso de las fuerzas armadas, para mantener la paz y evitar la guerra que se predijo que ocurriría a la terminación del mandato. Y lo más importante, lejos de defender sus principios fundacionales, la ONU actuó en contra del derecho del pueblo que desde hace dos mil años ha ocupado el territorio palestino, y en contra del derecho del pueblo palestino a un Estado independiente y democrático; para favorecer a los emigrantes judíos que no tenían ningún derecho a apropiarse del territorio palestino, y mucho menos a fundar el Estado de Israel, expulsado por la fuerza a los residentes originarios de quinientos pueblos y ciudades palestinas importantes, en violación directa de los principios de su propia Carta.
Las graves consecuencias de elevar a Estado de Israel el territorio palestino expropiado ilegalmente por el pueblo judío, sin una justa compensación o reparación de daños; obligando al Estado de Israel a proporcionar bienestar y seguridad jurídica, económica y social a los palestinos expulsados de sus ciudades, pueblos, aldeas, casas y campos de cultivo; negando el derecho de auto determinación del pueblo palestino de ser reconocido como Estado Palestino; son generadoras del cotidiano genocidio palestino, el apartheid, el lavado étnico, la expropiación de su territorio, la destrucción de sus residencias y la violación de sus derechos legales y humanos.
El reconocimiento de la grave injusticia cometida contra el pueblo palestino, y la implementación de los cursos de acción a seguir para detener la continuación de la ocupación, el bloqueo y los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra que cotidianamente comete el ejército israelí de ocupación y los colonos judíos radicales, contra pueblo palestino. Es esencial para avanzar hacia la paz y la reconciliación entre las naciones que apoyan el derecho palestino a ser reconocido como Estado y, las naciones sionistas que apoyan al Estado de Israel.
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Rodlfo Plata Lopez. You are absolutely right in every word you say. I have read a few books on the subject specially the book”THE ETHNIC CLEANSING OF PALESTINE” by Illan Pappe. and more. Its a shame That the whole world has kept silent in the face of these incredible Injustice.
Rodolfo Plata Lopez. Usted esta absolutamente en lo cierto.en cada palabra que dice. Yo he leido algunos libros al respecto especialmente el “lA ERRADICACION ETHNICA DE PALESTINA” del autor Illan Pappe. y algunos libros mas. Que desgracia que el mundo haya callado ante esta increible injusticia.
Congratulations for your work.